¡El misterio es tuyo! 1 - La máquina tejemonstruos

Gareth Jones

Fragmento

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Título original: Solve Your Own Mistery. The Monster MakerEdición en formato digital: julio de 2022Publicado originalmente en Gran Bretaña en 2021 por Stripes Publishing Limited,un sello de The Little Tiger Group. 1 Coda Studios, 189 Munster Road, London, SW6 6AW© 2021, Gareth P. Jones, por el texto© 2021, Louise Forshaw, por las ilustraciones© 2022, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona© 2022, Isabel Llasat Botija, por la traducciónPenguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright.El copyrightestimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideasy el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva.Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyright al no reproducir ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún mediosin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,http://www.cedro.org) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.ISBN: 978-84-272-2715-6 Compuesto por Montse Armengol Composición digital: www.acatia.esPARA MI HIJO HERBIEG. P. J.PARA MI HERMANA PREFERIDA, DEBBIEL.F.
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GARETH P. JONESILUSTRACIONES DE LOUISE FORSHAWTRADUCCIÓN DE ISABEL LLASAT BOTIJA
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CLASIFICADOSSE BUSCA: Bruja capaz de hacer poción reductora sin caer en el caldero (que ya van tres).DESAPARECIDO: Mago novato. Lanzó un conjuro de invisibilidad contra el espejo y ahora no se encuentra. DetergenteEl GenioTe concederá tres lavados.La banda MomiasDesatadas busca cantante capaz decantar con losojos vendados.AUTORMUERTO...… ya no busca editor.
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SE BUSCA: Ayudante de detective privado. Muchas horas, poco sueldo, trabajo duro. Agencia ubicada en el Distrito Oscuro. Vampiro busca cocinero…… para almorzar. visibilidad
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ELFO AYUDANTEN.º1
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COSASDE EDWINLA MÁQUINA TEJEMONSTRUOSDESAPARECIDA
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9Te has recostado en la silla de trabajo, con los ojos cerrados, pero una voz cavernosa te despierta del sueño en el queestabas cayendo. —¡Oye, que no te pago para dormir! ¡Espabila!Un conocido rostro peludo y blanco se cierne sobre ti:ojos negros y brillantes y nariz rosada y húmeda. Es KlausSolstaag, detective, jefe y yeti. —Salgo cinco minutos y cuando vuelvo te encuentroechando la siesta. Ya sé que anoche no dormiste bien,pero ahora necesito que estés alerta.Klaus conecta uno de los muchos ventiladores que hayy el aire frío hace que te incorpores de golpe. Tambiénhace volar un montón de periódicos y los dispersa por laya revuelta ofi cina. —Tenemos visita —dice. Desde que Klaus te contrató como ayudante, conocesbien Haventry. Es una ciudad normal y tranquila, pero ensu Distrito Oscuro viven todos los seres fantásticos imagi-nables. Y también algunos que nunca te habías atrevido aimaginar.
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10Te estremeces al ver una sombra tras el cristal escarcha-do de la puerta. Porque nunca se sabe quién o qué está apunto de cruzar ese umbral. La puerta se abre de golpe y un hombre vestido conbata blanca irrumpe en la habitación. Lleva unas gafas pro-tectoras en la frente y la cabeza coronada por una explo-sión de pelo blanco. —Doctor Frankestufo —dice Klaus. —Inspector Solstaag —contesta el hombre. —Me temo que desde que dejé el Cuerpo de PolicíaSingular ya soy solo el señor Solstaag.—Cierto. La fuerza de la costumbre —responde el doc-tor—. Pero me alegro de que ya no esté en el CPS, porquenecesito a alguien independiente y de confi anza. —Desvía la mirada hacia ti—. ¿Quién es?—Mi fl amante ayudante —dice Klaus. —¿Qué ha pasado con el último?—¡Ay, sí! El elfo Edwin. El pobre bajóa investigar el pozo sin fondo que hay de-trás del supermercado y no salió nunca más—dice Klaus—. Y mira que le avisé de que nosiempre se puede llegar al fondo de todos losmisterios.Klaus se ríe, pero tú no acabas de saber sies un chiste o no. ¿Cuántos ayudantes ha teni-do? ¿Cuántos ha perdido?
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11—Trabajar con este yeti es peligroso, ándate con cui-dado —te dice el doctor Frankestufo—. Un momento,¿eres… una persona?—Le recuerdo, doctor —se adelanta a responderKlaus—, que usted también es una persona.—Sí, pero… Klaus le interrumpe: —Le garantizo que mi ayudante es un ejemplo de dis-creción y diligencia. Ahora, siéntese y dígame qué pode-mos hacer por usted.El doctor Frankestufo duda, pero al fi nal se sienta a regañadientes. —Alguien ha robado un objeto de enor-me valor para mí —dice—. De hecho, es lapieza más valiosa de mi equipo, la hizo mitatarabuelo. Es… —Se pone en pie, alza losbrazos y grita—: ¡La máquina tejemonstruos!Klaus carraspea discretamente y el doctorvuelve a sentarse. —Disculpe —dice—. La fuer-za de la costumbre. Pero tieneque recuperarla. Desde que mitatarabuelo la construyó, todas lasgeneraciones de Frankestufo la hanutilizado para tejer el pelo moradoque da vida a nuestras creaciones.
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12El doctor muestra un puñado de fotos en las que seven distintos monstruos. Las más antiguas son en blanco ynegro, pero en las de color se ve que todos los monstruostienen el pelo de un vivo color morado. —Cuéntenos qué pasó —le dice Klaus—. Empezandopor la última vez que vio ese artilugio.—Lo vi ayer por la mañana cuando fui al laboratoriopara comprobar que todo iba según el plan.—¿Está construyendo otro monstruo? —pregunta Klaus.—¡Sí, sí! —exclama el doctor, con mirada emociona-da—. Un monstruo bellísimo, mi obra maestra, superior atodas mis creaciones anteriores.—Solo ha hecho una —le señala Klaus—. Por cierto,¿cómo está Monstri?—Es buen chico, pero necesita una madre. Por eso es-toy creando a… —Hace una pausa para buscar el efectodramático—: ¡Enormelda!Klaus se ríe y el doctor parece ofendido. —Perdón —se disculpa Klaus—. Es… Es un nombre pre-cioso.—Sí, lo es. Pero aún yace sin vida, y sin pelo, sobre lamesa de mi laboratorio. No puedo terminarla sin la máqui-na tejemonstruos.Klaus mira si tienes el cuaderno a mano, porque espe-ra que apuntes todo lo que se diga. Es un gran detecti-ve, pero, como se puede ver por el caos evidente de su
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despacho, le falta capacidad de organización. Por eso tenecesita.—¿Cuándo se dio cuenta de la desaparición? —le pre-gunta al doctor. —Ayer por la tarde —contesta—. Mi hijo dio una fi esta y, cuando se fueron sus amigos, descubrí que la máquinatejemonstruos había desaparecido.—¿Cómo es esa máquina?—Aquí se ve. —Te enseña una de las fotos de mons-truos y en el fondo se ve un objeto metálico parecido a unamáquina de coser antigua, pero cubierta de engranajes yexpulsando humo por arriba. —¿Pesa mucho? —pregunta Klaus.—Es evidente que no, desde el momento en que al-guien se la puede llevar bajo el brazo. ¿Para qué cree quehe venido, si no? —responde el doctor, irritado.
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14Klaus te guiña el ojo. Salta a la vista que al doctor no legustan todas estas preguntas, pero ambos sabéis lo impor-tante que es cualquier detalle. —Cuéntenos cómo transcurrió el día —le ruega Klaus. —Está bien —contesta Frankestufo con un suspiro—.Salí del laboratorio en busca de Monstri. Lo llamé, pero enese momento sonó el timbre de la puerta. Eran de La Ollade Brujas, una empresa de catering que llevan dos brujas,Brasimunda y Brígida Escobilla. La comida no es muy bue-na, pero es barata.—¡Huy, a esas dos las conozco! —dice Klaus—. Llevanaños montando pollos allí por donde pasan.—No creo que estén implicadas —contesta—. Y sus únicos pollos son los que venden asados, que son del todoincomibles.—Primera regla del oficio —dice Klaus—: todo el mun-do es sospechoso.Tu jefe mira fijamente al doctor Frankestufo. Ensegui-da entiendes lo que eso implica: que también tienes queponerlo en la lista de sospechosos. Pero a este no pareceimportarle.—Es que no quiero que pierda el tiempo hablando conellas.—Aunque no se lo llevaran, podrían haber visto algo —dice Klaus—. ¿Qué pasó después?—Hice pasar a las brujas a la cocina y volvieron a llamar
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15a la puerta. Era la actuación que había contratado para lafiesta: el payaso zombi Gusanini.—¡Vaya, para morirse de risa! —interrumpe Klaus. —Siempre contrato al mago El Gran Imposible, pero Monstri me pidió algo diferente este año, porque ya tiene nueve años. Lo de usar globos para hacer animales que lue-go se ponen a correr por el salón está muy bien, pero a los nueve años ya hace falta un entretenimiento más sofisticado.—¿Como un payaso zombi? —pregunta con sorna Klaus.—Exacto. Aunque creo que se sentía infravalorado. Enfin, llevé a Gusanini a la sala de la fiesta y me fui a buscar a Monstri. Estaba fuera, probando la bicicleta que le habíaregalado. ¡Le añadí unos cohetes propulsores! Pero ya ledije que, antes de andar con ella, tenía que asegurarle lassuturas. Monstri es muy delicado. No le dejo ir a la pelu-quería, no vaya a ser que le corten algún punto sin querery se descosa. Es que yo era muy joven cuando lo hice.—Ya. Pero los puntos, ¿bien? —pregunta Klaus. —Sí, sí. Se le habían aflojado un par detrás de la oreja derecha, pero nada más.—Cuénteme cómo fue la fiesta —dice Klaus. —A ver, nada especial. Llegaron los amigos de Monstri,actuó Gusanini, todo el mundo se lo pasó bien, sacamos la comida y luego el pastel. Después, cuando todos se ha-bían ido a su casa, volví al laboratorio y fue cuando vi quela máquina tejemonstruos había desaparecido.
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16—¿Cuántos amigos vinieron?—Cinco. Una era Lana, que es fantasma. Yo no le dedi-caría mucho tiempo. Ni siquiera sé si puede coger cosas.Además, es una niña muy transparente. En el sentido literaldel término. El doctor se ríe de su propio chiste, pero Klaus está con-centrado.—Prosiga —le pide. —Monstri también invitó a los mellizos Duendila yDuendilón Chapote —explica Frankestufo—. Los trajo suabuela, Nana Chapote. Pero resulta que son alérgicos ala leche y el pastel les produjo una reacción adversa. ¡Estamañana he tenido que llamar a una empresa para limpiartoda la casa!—Duendes y problemas, como días fríos y chocolate ca-liente —te explica Klaus. —También vino el hijo de Pati Clamor, Hugo.—Son licántropos —te informa tu jefe. —Pero sus principales sospechosos tienen que ser losStoker —dice el doctor Frankestufo—. Bobby es el mejoramigo de Monstri, pero del chupasangres de su padre,Bramido, no me fío nada. —Si tan seguro está, ¿para qué me necesita? —pregun-ta Klaus—. O, ya puestos, ¿por qué no ha llamado al Cuer-po de Policía Singular?—Quiero que busque pruebas que demuestren que
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17Bramido Stoker es el ladrón. —Frankestufo se levanta paramarcharse, pero se detiene ante la puerta—. El CPS estámuy bien, pero no son precisamente rápidos y necesito losresultados cuanto antes. Me encontrará esta noche en laCámara de la Ciudad. Llévemelos allí.En cuanto el doctor se ha ido, Klaus se vuelve hacia ti,con esa chispa de emoción en los ojos ante un misterio porresolver. Se te escapa una sonrisa. —Muy bien, supongo que ya tienes la lista de todos losque entraron en la casa, incluidos los adultos que acompa-ñaron a los críos. Mientras repasas la lista para comprobar que no te hasdejado a nadie, Klaus añade:—Vamos. Nos llevaremos al perro.Coges el abrigo y bajas las escaleras tras él. Salís a lacalle, donde tiene aparcado el coche. El coche de Klaus, Watson, es un trasto marrón, oxida-do, desconchado, abollado y rayado, pero Klaus le tienemucho cariño, entre otras cosas porque Watson era antessu perro.Cuando Klaus te contrató, te explicó que Watson fueel mejor perro detective que tuvo, hasta que una bruja lla-mada Susana lo convirtió en coche. El hechizo rebotó ensu retrovisor y la transformó a ella en una caravana, lo quecondenó a Watson a ser un coche para siempre. Klaus le da unas palmaditas al capó de Watson y dice:
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¿? ¿Quieres empezar por la lista de sospechosos? Ve a la página 19.LICÁNTROPOS Y VAMPIROS¿? ¿O prefi eres investigar la escena del crimen? Ve a la página 29.EL LABORATORIO DEL CIENTÍFICO LOCO—Hola, chico. ¡Así, buen coche…! —Se sienta al volantey tú a su lado—. Bueno, ¿adónde lo llevamos antes? —pre-gunta.
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19—Lo lógico es que empecemos por Hugo Clamor y sumadre porque son los que viven más lejos —dice Klaus—.Están en el barrio de Frondosidad, en la parte humana dela ciudad. Los demás sospechosos viven aquí, en el DistritoOscuro.Los asientos de Watson son peludos y en un momentodado te pica el codo. Seguro que tiene pulgas, pero no te quejas. También huele un poco, pero es fi el y casi siempre aparece allí donde lo necesitáis, pese a su manía de dejarcharquitos de aceite junto a los árboles. El tranquilo barrio de los Clamor es todo lo contrario alDistrito Oscuro en el que Klaus tiene el despacho. Al bajar LICÁNTROPOSY VAMPIROS
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20del coche y caminar hacia la casa, ves moverse unas corti-nas. Los vecinos pensarán que Klaus es un hombre grandecon abrigo de piel. En esta parte de la ciudad, nadie ima-ginaría que es un yeti, ni que allí viven licántropos. Llegáis a la puerta de Pati Clamor, escoltada por cestascolgantes llenas de coloridas fl ores.—Los licántropos se pueden hacer pasar por humanosnormales durante la mayor parte del tiempo —te explicaKlaus—. Solo ocurre una vez al mes, lo de… ya sabes… lode aullar y morder.Sientes los nervios tintinear como los carillones de vien-to que cuelgan junto a la puerta de la casa. Estás a puntode conocer a una mujer lobo. Y, si con eso no bastaba, hoyhay luna llena. Cuando se abre la puerta, casi saltas delsusto.Pati Clamor lleva el pelo castaño ondulado atado enuna cola de caballo y las manos enfundadas en unos guan-tes de fregar amarillos. Desde la cocina llegan el olor y elcrepitar de carne en la sartén y el sonido de la radio. —Señor Solstaag —dice—. Entre, por favor. No se que-de en el umbral, que llamará la atención.Os hace pasar.—¿Qué puedo hacer por ustedes? —pregunta mientrasse apresura a cerrar la puerta.—Nos gustaría hablar un momento con usted y con suhijo —contesta Klaus.
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21—Hugo no está. Ya se ha ido a la escuela en el autobús—dice—. A ver, ¿qué ha hecho ahora?¡Vaya! ¡Qué pregunta tan interesante! Klaus alza unaceja y dice: —Tiene relación con un objeto robado.—¡Ay! Es que Hugo tiene un problema —confi esa con tristeza—. Ya lo estamos tratando. Es buen chico, pero ellobo que lleva dentro lo vuelve un poco…Como la mujer se queda callada, Klaus insiste: —¿Quiere decir que ya ha robado otras cosas antes?—Bueno, a ver, sobre todo gallinas, pero sí, ya ha roba-do antes.