Una tarde de lluvia Juan y Anarina se refugiaron bajo unas chapas, quedaron muy juntos y él sintió el aire caliente que salía de la boca de ella. Así se conocieron, en Villa Cartón, un lugar que existe desde que el mundo es mundo, donde sobrevivir a veces es complicado y otras veces, más que difícil. Él había llegado hasta ahí desde el norte; ella, desde la ciudad. Cada uno con su historia, con sus sueños y sus canciones. Pasaron los años y pasaron los gobiernos, hasta que un día decidieron salir juntos en busca de otro cielo.
Un relato que nos habla de una realidad social dura y muy cercana, pero que es también el reflejo de una situación universal. Migrar del campo a la ciudad, migrar de un país a otro, siempre anhelando una situación mejor. Una mudanza que es algo más que el traslado físico, y que obliga a hacerse preguntas sobre la propia identidad. Es la historia de Juan y Anarina, pero es además la historia de muchos, contada, como lo suele hacer la autora, desde un trabajo preciso y precioso con el lenguaje, y con una mirada que también deja lugar a la esperanza.
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